¿Está Siendo Postergada La Gran Comisión? (Segunda Parte)
Lección 2
¿Cómo Glorifica La Iglesia A Dios?
Cómo ya vimos en la lección pasada, no es posible contestar honestamente el interrogante que plantea el título, sin contemplar algunas de las aristas teológicas que involucra la contestación.
Algunas personas piensan que el mandato de Cristo de ir y predicar el evangelio a toda criatura, ha sido dado a los Apóstoles de Cristo, que ellos debían cumplir, pero no a la iglesia. En el artículo pasado, demostramos que este pensamiento es equivocado.
Ahora, en el presente artículo, trataremos de contestar a aquellos que piensan que la Gran Comisión no es tan importante como glorificar a Dios, o que no necesitan apoyar misioneros, debido a que la "obra misionera" ya la están haciendo en la localidad donde se encuentran. La lección dos, contestará la primera de éstas proposiciones y la lección tres, la segunda.
¿Cómo Se Glorifica a Dios En La Iglesia?
- Efesios 3:21: "a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén"
No son pocas las personas que creen que glorificar a Dios en la iglesia, no está asociado al trabajo de los misioneros, pero en esta sección veremos que esto es un pensamiento equivocado.
En primer lugar, para entender cómo se glorifica a Dios en la iglesia, debemos entender cómo se glorifica a Dios en nuestras vidas, y para ello, el mejor ejemplo que tenemos es el de Cristo:
1 Pedro 2:21 "Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas"
Cuando examinamos la vida de Cristo, notamos que la glorificación del Padre en su vida tiene dos etapas: La primera, está relacionada con los pasos, decisiones o acciones llevadas a cabo con el propósito de cumplir o dirigirse a la meta suprema, que es la exaltación de Dios en Su vida. Veamos algunos ejemplos de esto:
Juan 1:14 "Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad"
Juan 2:11 "Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él"
Juan 11:4 "Oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella"
Juan 12:28 "Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez"
Entonces, podríamos decir que mientras Cristo estaba "caminando" hacia la meta propuesta por el Padre (Jn. 18:11; Mar. 1:38; Jn. 18:37), se encontraba en el proceso de dar gloria al Padre, pero la glorificación final no llegó, hasta que Cristo cumplió con el propósito de Dios para su vida:
Juan 4:34 "Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra"
Juan 17:4 "Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese"
Para glorificar a Dios en su vida, no sólo debió comenzar el proceso de "transitar" por el camino propuesto por Dios, sino que debió acabarlo.
De la misma forma pasa con nosotros. Dios nos prepara obras, para que hagamos mientras estamos en este cuerpo:
Efesios 2:10 "Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas"
Esa es la razón por la cual, cuando hablo de glorificar a Dios con nuestra vida, hablo del futuro y no del presente. No debemos confundir glorificar a Dios en el sentido de exaltarlo en algún momento de nuestro transitar por este mundo (Mar. 2:12; Hech. 11:18; 21:20), con lo que estoy hablando, que es de Glorificar a Dios, no con nuestra boca, sino con nuestra vida (acciones, decisiones, hechos y muerte).
Romanos 2:6,7: "el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad,"
Romanos 8:21: "porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios"
Filipenses 1:20: "conforme a mi anhelo y esperanza de que en nada seré avergonzado; antes bien con toda confianza, como siempre, ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte"
Podemos glorificar a Dios a medida que soportamos "la copa que el Padre nos ha dado" (1 Pe. 4: 12,13) pero le terminamos de glorificar con nuestras vidas ("Te he glorificado", dijo Cristo), cuando el propósito por el cual el Señor nos trajo a este mundo, es cumplido. En ocasiones, dicho propósito es "interrumpido" por designio Divino (2 Sam. 12:8; 1 Cor. 11:30).
Entonces, si sabemos cuál es el propósito o voluntad de Dios para nuestra vida (ver: "Cómo discernir la volundad de Dios para nuestra vida, la solución final") y vivimos para cumplirla (Rom. 14:8; Fil. 1:21), al morir, experimentaremos lo mismo que Cristo: La glorificación de Dios en nuestras vidas (2 Cor. 4:10,11; Col. 3:4; 2 Tes. 1:7).
Algo parecido a la forma en que Dios obra individualmente, se da en su iglesia. Si sabemos cuál es la voluntad de Dios para su iglesia y la cumplimos, entonces, podremos dar gloria a Dios en la iglesia. Esa voluntad se encuentra detallada en la Biblia, y se deja ver con mayor claridad en el libro de Efesios, sirviendo el resto del Nuevo Testamento, como base para reafirmar lo que allí se enseña. Uno de esos propósitos por los cuales fue creada la iglesia, es precisamente: Llevar el evangelio a toda criatura (Efe. 3:10). No es casualidad que precisamente, sea en el libro de Efesios que se nos dice la razón general de nuestra creación:
Efesios 1:11,12: "En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad, a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo"
Porque primero nos indica cómo debe ser la relación individual con la "cabeza" de la iglesia (Efe. 1:22) para luego indicarnos que todo lo demás, lo cual incluye madurar espiritualmente dentro del marco eclesiástico (Efe. 4:13), debe ser contemplado en función de aquella obra que Dios le ha dado a la iglesia (1 Pe. 2:9) con el fin de cumplirla y así, poder glorificarle. Es en este contexto (y no en otro) que Pablo escribe las siguientes palabras al hablar de la ofrenda misionera, o del apoyo económico recibido de la iglesia de Filipos, con el propósito de cubrir sus necesidades para que pudiera predicar el Evangelio:
Filipenses 4:18-20 "Pero todo lo he recibido, y tengo abundancia; estoy lleno, habiendo recibido de Epafrodito lo que enviasteis; olor fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios. Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. Al Dios y Padre nuestro sea gloria por los siglos de los siglos. Amén"
Concluyo que no es posible que una iglesia pueda glorificar a Dios, sino tiene parte en "la obra misionera". Pero... ¿A qué llamamos obra misionera?
Lección 3
Definiendo lo que llamamos "Obra Misionera"
La expresión "misionero", utilizada para referirse a la persona cuyo objetivo principal es el anuncio del evangelio más allá de los límites geográficos que la iglesia pudiera abarcar, tiene su origen en la década de 1590, cuando "la compañía de Jesús" comúnmente conocida como la orden católica de los Jesuitas, envió a algunos de sus miembros al extranjero. En el presente estudio, utilizaremos la expresión "Obra Misionera" para referirnos al mandato expresado por Cristo en Mateo 28:19-20; Marcos 16:15-18; Juan 20:21; Hechos 1:8; 10:42; etc.
La expresión usada por Cristo no debería mal interpretarse, porque es muy clara. Sin embargo lo hacemos. La primer iglesia en Jerusalén también creyó que la orden dada por Cristo, debía llevarse adelante, cuando Jerusalén fuera salva, por lo que sus "esfuerzos misioneros" sólo se concentraron en aquellos lugares, hasta que Dios envió la persecución:
Hechos 8:4: "Pero los que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio"
La expresión "los que fueron esparcidos" no hace referencia a los líderes, sino a los miembros de aquella primera iglesia. ¿Por qué lo hicieron? Porque la orden no fue dada a los pastores, sino a la iglesia. Cada miembro de cada iglesia, por ser parte de la única institución por la cual Cristo murió (Efe. 5:25), tiene el deber Divino de colaborar para que el Evangelio llegue "hasta lo último de la tierra".
El problema que tenemos a veces los teólogos y líderes de la iglesia en general, es que sabemos exactamente lo que las palabras de Cristo quieren decir. Es por este emotivo que Dios tuvo que mostrarle a Pedro una visión y un alma gentil necesitada de Cristo, para que entendiera que el Evangelio también debía ser predicado a ellos. Tal era el grado de ceguera espiritual de los líderes de la iglesia, que al darse cuenta del error y del alcance de la obra misionera, se maravillaron (Hech. 11:18).
La obra misionera no es predicar el Evangelio sólo en el lugar que nos encontramos, sino que es nuestro deber, esparcirlo en todas las naciones. ¿Pero cómo lo haremos? Lo haremos utilizando los métodos de Dios, y no nuestra propia imaginación.
La primera iglesia de Jerusalén fue una iglesia bendecida por Dios de muchas maneras. Sus líderes eran los mismos apóstoles, sus predicaciones alcanzaron miles de almas por vez, y muchos teólogos opinan que aquella iglesia había alcanzado el asombroso número de más de 25.000 personas. Sin embargo estaban equivocados y, tal como hizo con Nimrod y sus seguidores, cuando decidieron construir una torre que llegue al cielo en vez de esparcirse como Dios lo ordenó, la persecución llegó a la iglesia y con ella, la expansión del evangelio.
Entendemos por esto que una iglesia, no está cumpliendo con la orden de "hacer obra misionera" si no hace el esfuerzo de llevar el evangelio fuera de los límites de la misma. Filipenses 4:10-20, nos indica el método que Dios usa para que cada iglesia pueda tener parte en la labor misionera.
Filipenses 4:17: "No es que busque dádivas, sino que busco fruto que abunde en vuestra cuenta"
Pablo le enseñaba a los filipenses que hicieron bien en enviarle una ofrenda misionera, para cubrir las necesidades del "Apóstol a los Gentiles", sólo que ellos debían tener en Claro que al hacerlo, no sólo eran participes de sus tribulaciones (Fil. 4:13), sino beneficiarios resultantes del trabajo de Pablo, los cuales serían anexados a la cuenta de la iglesia dadora.
Sólo entonces, por participar en este ministerio de dar y recibir (Fil. 4:15), la iglesia sería bendecida y Dios glorificado
Filipenses 4:19,20: "Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. Al Dios y Padre nuestro sea gloria por los siglos de los siglos. Amén"
Por lo tanto, si la iglesia no apoya ni envía misioneros, sin importar la labor que hace localmente, nunca podrá traer Gloria a Dios. ¿Por qué? Porque la orden es ir por todas las naciones, a toda criatura, hasta lo último de la tierra. ¿Lo estás haciendo?
¡Pero mi localidad también es parte de "la tierra"! ¿no?
"¿Pero no sería adecuado primero mantener a nuestro propio pastor, antes de comenzar a apoyar a un misionero?"
Definitivamente no. Las razones principales que esgrimiré son dos: la primera es por lo ante dicho, la predicación del evangelio debe hacerse en todo el mundo al mismo tiempo, y la segunda razón, es la manera en que Dios nos pide que administremos el dinero de Dios en la iglesia. Te invito a que ingreses en la sección economía del blog, y leas los diferentes artículos que hablan sobre los diezmos, ofrendas voluntarias y misioneras, para que entiendas las diferencias entre unas y otras, y puedas profundizar en la materia. Al mismo tiempo, te invito a suscribirte a mi blog, y junto al material que normalmente envío a mis suscriptores, encontraras un estudio echo por mí, donde profundizo en el tema.
Por lo pronto, sólo te diré que la ofrenda misionera es de carácter obligatorio y está sujeta a nuestro rol sacerdotal, y destinada a suplir las necesidades de los misioneros (Fil. 4:16,18). No se puede usar la ofrenda misionera para el beneficio de la obra local, pues su destino está estipulado en las palabras inspiradas por el Espíritu Santo, expresadas en Fil. 4:16. El Pastor de la iglesia debe ser sostenido con los diezmos de la misma, por lo que ambas ofrendas -obligatorias por cierto- deben ser dadas y administradas individualmente, como Dios lo dispone. Nada tiene que ver el sostén del pastor con la ofrenda misionera, y si alguien piensa que enseñar a dar para los misioneros, disminuirá el diezmo para el pastor, es porque ni entendió o mucho menos enseñó, la diferencia entre diezmo y ofrenda misionera y la importancia espiritual que reviste su práctica.
Conclusión
Sostengo
que toda iglesia debe apoyar a la mayor cantidad posible de
misioneros, que deben dar la mejor ofrenda que puedan y que no deben
priorizar el dar para la obra local, por sobre el dar para suplir las
necesidades de los misioneros.
Difícilmente una iglesia podrá traer gloria a Dios si no termina su labor misionera, y mucho menos, si decidió postergarla.