A MIS HIJOS

05.04.2020

Consejos a mis hijos espirituales

                                    A Mis hijos


A mis hijos con mucho cariño,

Les dedico estos versos que escribo,

Pues lo escrito perdura en el tiempo,

Si compartes lo escrito con tino.


Son mis hijos la prole que el tiempo,

Con amor, con pasión y con celo,

Me siguieron cual padre en mis pasos,

Perdonaron cual hijos, mis yerros.


No es mi sangre que une a mis hijos,

Aunque sangre también me pidieron,

Pues mis hijos son todos aquellos,

Que con sangre de Cristo se unieron.


No pretendo con esto que digo,

Ignorar a mi sangre y mi carne,

Igualar yo pretendo si puedo,

El amor que profeso al nombrarles.


No confunda el que lee estas líneas,

Al pensar que pretendo enseñarle,

Pues no aro con bueyes de otros,

A mis bueyes yo quiero expresarles.


Hijos míos escuchen prudentes,

El consejo que quiero yo darles,

Es el tiempo y la vida que dicen:

"Escuchá lo que dice tu padre".


Ten cuidado te pido hijo mío,

Con aquellos que quieren mimarte,

Sin decirte jamás en la cara,

Lo que dice tu padre en su arte.


Si enojado te encuentras un día,

Con tu madre o tu padre porfías,

No confíes en esos que incitan,

Criticando a tus padres con ira.


Escucha al amigo que dice,

Lo que dice el Señor en su Biblia:

"Honrarás a tu padre y tu madre,

Y podrás alargar hoy tus días"


Aprendí con dolor lo que digo,

No pretendas hacer tú lo mismo,

No te engañes creyendo que insisto,

Ignorando que eres distinto.


Yo soy hombre, soy carne y soy barro,

Pecador ante Dios y mi Cristo,

Más me dice el Espíritu Santo,

Que sin Cristo, tú eres lo mismo.


Si ignoras las cosas que digo,

Caerás en el mismo pecado,

Pues no eres mejor que tu padre.

Harás lo que nunca has pensado.


No te apartes a izquierda o derecha,

Del consejo que hoy yo te he dado,

Es la Biblia la regla que rige,

Al varón que su bien ha amarrado.


Ni plata ni oro yo tengo,

Para darles en bien heredado,

Mas la Biblia les dejo en sus manos,

Pues en ella está mi legado.


Prediqué con pasión lo que dice,

Y en la iglesia testigo tú fuiste,

El consejo de Dios yo te he dado,

Ahora libre de sangre es mi mano.


Seguiré el camino que siguen,

Los mortales que en Dios han confiado,

Pues escrito está que los hombres,

Volveremos al polvo y al barro.


Mas el alma que fía en mi Cristo,

Volverá al creador que la ha dado,

Pues la vida que en Cristo se pierde,

Es la vida que Dios a ganado.


Y no quiero que lloren mi ausencia,

No es por eso que he trabajado.

Quiero, hijos, esparzan confiados,

La Palabra de Dios que he sembrado.


Cuando pasen los días y años,

Cuando tengan sus hijos amados,

No pretendan con reglas ahogarlos,

Religión de este mundo no pacto.


Díganles a sus hijos que Cristo,

Ya pagó por nuestros pecados,

Cumplir reglas ya no es necesario,

Pues mi Dios libertad les ha dado.


Alejados por fin del pecado,

Vivan vidas de santos amados,

No le den de comer a los chanchos,

Recaer es consejo del diablo.


Mas no importa las veces que caigan,

Si son justos mi Dios les levanta,

Si contritos acuden confiados,

Hay perdón en el Dios predicado.


Y si ven al hermano caído,

Díganle con amor, al oído,

Que estarán a su lado ceñidos,

Hasta tanto el dolor se haya ido.


Que la ley de mis hijos sea esta:

Que se amen los unos a otros,

Y que el mundo contemple en sus obras,

Que mi vida importó más que un poco.


Que la vida que yo he gastado,

Invirtiendo en mis hijos amados,

Perdure existiendo en sus obras,

Reflejando a Dios en su historia.


No me arrojen laureles les pido,

Ni adornen -les ruego- mi nicho,

Es la Gracia de Dios que hizo todo,

Yo soy hombre, la gloria es de Cristo.


Yo soy hombre y viví como tal,

Con errores y aciertos distintos,

Traté de agradar a mi Cristo,

Aunque a veces lo hice muy mal.


Sin embargo llegó mi final,

Cual la flor, marchitase mi tiempo,

Le brindé al Señor todo esto,

Tengo limpia conciencia al llegar.


A mis hijos no les pido más,

Yo les ruego que hagan lo mismo,

Pues la vida que muere con Cristo,

Es la vida que vive al final.


También puedes leer...