Cinco Cosas Que No Debes Hacer Si Vas Al Extranjero A Comenzar Una Obra

27.09.2020

Mi blog, es también una manera de compartir mis experiencias, pues creo que lo que vamos aprendiendo, no debe ser para que lo callemos, sino para que las futuras generaciones no tengan que cometer nuestros errores, sean más productivas que nosotros y no pierdan el tiempo. Espero que estos consejos sirvan para eso.

1. No salgas sin haber obtenido antes, tu residencia religiosa. Casi todos los países otorgan una residencia para aquellos religiosos que desean o tienen que ejercer su oficio espiritual en su territorio. En líneas generales, salvo en los países cerrados al evangelio, la actividad religiosa es considerada como un beneficio social, por lo que el otorgar este tipo de residencia no debería ser un problema. Para hacerlo necesitarás contactarte con alguien en el país, que sea capaz de presentar tu solicitud de residencia, con todos los requisitos legales que dicho país exija.

En el caso de México debes presentar acta de ordenación o algo que certifique tu condición de religioso, un aval de alguna entidad mexicana que responda económicamente por tí, fotocopias legalizadas de los documentos que acrediten tu identidad, etc.

Si el país no exige que te encuentres fuera de su territorio para iniciar dichos trámites, no hay ningún problema de viajar primero y luego comenzar trámites cuando ya estés instalado. El problema se da cuando el país te exige que estés fuera para hacerlo. Te puedo asegurar que en este último caso, lograr la residencia te puede llevar bastante tiempo y dinero.

Normalmente, una vez que los trámites son aprobados, te darán unos 20 días para presentarte, lo que representa un problema a la hora de comprar pasajes de avión, debido a que comprarlos con tan poca anticipación los encarece. Si no tienes el dinero para hacer eso. El consejo que te doy es que te mudes a una ciudad fronteriza del país al que vas, hasta tanto tus papeles estén en orden.

Existe una regla internacional de que si te vas a quedar en una ciudad fronteriza, no necesitas visa para estar allí. Es considerada como una especie de lugar neutro, para facilitar el intercambio que naturalmente se da entre ciudades ubicadas a uno y otro lado de la frontera. Esto las convierte en un buen lugar para que inicies tus trámites de residencia y esperes los papeles ahí, sin "fichar" tu entrada en el país. Cuando te inicien el trámite, debes indicar que te giren la respuesta al consulado o embajada del país en el que deseas residir, más cercana a la ciudad extranjera en donde te encuentres. Por ejemplo. Si estás en Ciudad Juárez, entregas en la frontera tu permiso de turista y te quedas en Ciudad Juárez. Entonces puedes iniciar tus papeles de residencia pidiendo que te envíen tu aprobación, para ser retirada en el consulado mexicano en El Paso, Texas (que es la ciudad fronteriza al otro lado de la frontera). Vas a buscarlos y luego haces el ingreso al país por tierra, pero esta vez con una carta de anuencia que te permitirá terminar tus trámites personalmente en suelo mexicano.

No sé si estos consejos te pueden servir en tu caso, pero por lo menos te darán una idea de lo engorroso que a veces suelen ser los trámites que necesitas hacer para ir al extranjero a residir. Ten en cuenta también que cada fotocopia y firma que te exigen, suele ir acompañada de sellos que deben pagarse. Generalmente no es mucho dinero, pero cuando te pones a sumar los costos ¡Sí que lo es! Por lo que te aconsejo que vayas ahorrando para ello.

2. No salgas si tus hijos (mayores de edad) y tu esposa no están seguros de acompañarte. Esto es algo muy, pero muy importante. Algunas personas piensan, erróneamente, que el Señor sólo llama al hombre al ministerio y que su mujer e hijos no tienen parte en este tipo de decisiones. Pero no es así. Recuerden las palabras de Dios dirigidas a Abraham cuando le dijo "En todo lo que te dijere Sara, oye su voz..." (Gén. 21:12). Cuando llegas a un país, siempre tendrás tú, o tus hijos, o tu mujer, lo que se llama un "choque cultural". Todos necesitarán de un período de adaptación antes de poder iniciar una obra en el lugar designado por Dios. Las dificultades de adaptación son inevitables. Cuanto más niños son tus hijos, más fácil será, pero si ellos son mayores de edad, y encima no deseaban acompañarte, es probable que esta situación se torne difícil de manejar, más estando en el extranjero y lejos de tus familiares o amigos, que bien podrían ayudarte a contenerlos. Es necesario, entonces, que Dios también obre en el corazón de ellos. Ten paciencia y espera a que el Señor trabaje en ellos, como si tal cosa fuera también, una confirmación de que tu llamado es real.

3. No salgas sin tener experiencia previa pastoreando una obra. En el caso de mi pastor, él pastoreó una iglesia durante dos años en su país, porque en su momento fue una exigencia que le impusieron, antes de venir a Argentina. Siendo joven, no entendí por qué se le "obligó a perder tanto tiempo" si ya tenía el llamado a otro lugar. Pero cuando comenzaron a llegar a Argentina misioneros norteamericanos sin experiencia previa, entendí la diferencia.

La experiencia te ayudará a entender que los pecados no tienen nada que ver con lo cultural, sino con la naturaleza humana. Te ayudará a no perder gente mal aconsejándola. Cuando esto pasa en tu país, siempre tendrás cerca a tu pastor o colegas para animarte y aconsejarte, pero estando en el extranjero, los sentimientos de soledad ocasionados por la lejanía, a veces no pueden ser mitigados, ni siquiera con una video llamada. Cuando cometes errores en el extranjero, te puedo asegurar que muchas veces te pueden llegar a costar, incluso, mucho tiempo y dinero. Finalmente, si en tu propio país no puedes lograr que la gente entienda que el pastor debe vivir tiempo completo del ministerio, se te hará más difícil, estando en una cultura extraña a la tuya.

4. No salgas sin haber presentado tu proyecto a la mayor cantidad de iglesias en tu país. He hablado con misioneros que salieron sin casi haber visitado iglesias en su propio país. A pesar de mis consejos, se fueron igualmente apremiados por una fecha límite de partida que anunciaron previamente. El resultado fue que algunos pastores se enojaron, porque sólo supieron de ellos cuando se enteraron por terceros que necesitaban ayuda; y el misionero y su familia pasaron penurias innecesarias por no tener en cuenta que la visión recibida para ir a predicar el evangelio al extranjero, nunca debe ser privada.

Cuando Dios nos da una visión, es para ser compartida. Eso significa que es nuestro deber, como misioneros, compartir la visión con la mayor cantidad de iglesias posibles, tanto dentro de tu comunión de iglesias como fuera de ella. ¿Qué significa eso? Significa que como misioneros independientes, no nos limitamos sólo a las iglesias con las que normalmente tenemos comunión, sino también con aquellas que no conocemos, pero de cuya existencia nos enteramos por recomendación de otro pastor.

Antes de salir al extranjero, necesitamos llenar nuestra agenda con la mayor cantidad de citas posibles. Tal vez nadie te apoye, pero eso no significa nada, porque la razón principal de tus visitas será compartir la visión que se te ha dado, tal como el Apóstol Pablo lo ejemplifica en la Biblia.

5. No critiques la cultura del país al que vas. Todas las culturas tienen cosas buenas y malas. Cosas que deben ser desechadas por ser contrarias a la Palabra de Dios, y cosas que bien pueden ser practicadas, incluso en la iglesia. Recuerden que "el amor cubrirá todas las faltas" por lo que el comparar tu cultura con la del país al que fuiste a servir, sólo servirá para que adquieras una visión distorsionada de la gente a la que le predicarás la Palabra de Dios, y te ganarás la antipatía de las personas. Recuerda que ahora no sólo tendrás que adaptarte, sino que su cultura deberá ser parte de la tuya. Si no puedes amar las cosas buenas del país al que fuiste a servir, si dicho país no puede ser tu país, quizás sea un indicio de que no te encuentras en el lugar correcto.

Por mi parte puedo decirte que la misma sensación de pertenencia que sentí hace 23 años cuando llegué por primera vez a comenzar una iglesia en Junín de Buenos Aires, es la que siento ahora por Colima. ¡Es igual! Llegar al lugar que Dios tenía preparado para nosotros, ha sido una confirmación de que aquella sensación de felicidad y paz, nada tenía que ver con la ingenuidad de mi juventud, sino con el obrar de Dios en mi corazón (1 Cor. 15:10).

Quizás, a medida que leíste el artículo, fuiste acordándote de otros ítems que podrían ser valiosos para los misioneros noveles que están por salir. Por favor, no dudes en comentarlos en el espacio que dejo para ello. Estoy seguro que el intercambio de ideas podrá ayudarnos a todos a agilizar el avance de la obra misionera mundial. Dios te bendiga.


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