Cuando Lo Que Falla Es El "Canal"
Creo que la historia de Allen Gardiner debe ser transmitida a las siguientes generaciones, para que no repitamos errores del pasado.
Hace muchos años tuve el privilegio de conocer a un misionero norteamericano que presumía de tener sangre mexicana en sus venas. Hoy se encuentra en la presencia de Su Señor y su nombre es Don Espinosa. Fue misionero en la provincia de Mendoza, ciudad de San Rafael, Argentina, y su ardua labor misionera dio como fruto una obra que aún se encuentra en expansión, llevada adelante por los hombres que supo ganar para Cristo e influir con su enérgica y abrumadora personalidad.
Les parecerá extraño que comience hablando del pastor Espinosa y no de Allen Gardiner, que es de quien se trata esta nota, pero lo que ocurre es que al leer la historia del Capitán de barco inglés, no pude evitar trazar un paralelo con el hermano Espinosa, y les explico por qué:
Cuando el Señor me dio la seguridad de que me estaba llamando a comenzar una iglesia en Junín de Buenos Aires, el pastor Espinosa me invitó a predicar y exponer frente a los hermanos, la necesidad de apoyo económico para poder mudarnos a Junín. Jamás olvidaré la manera en que me presentó ante su gente. Contó la historia de su accidente automovilístico que le causó la enfermedad que tenía, y que años después le obligó a dejar el ministerio, para más tarde partir a la presencia del Señor. En aquella oportunidad comenzó haciéndole a la gente la siguiente pregunta: ¿Saben por qué tuve ese accidente? Entonces explicó que su apoyo económico estaba mermando; debido a eso, no pudo comprar neumáticos nuevos para su camioneta y compró unos reciclados. Eso provocó el accidente.
Por eso creo que la historia de Allen Gardiner debe ser transmitida a las siguientes generaciones, para que no repitamos errores del pasado.
Allen Gardiner fue un misionero inglés que sintió el llamado de Dios a predicarle a los no alcanzados con el evangelio, allá por el año 1850. El Capitán Gardiner era un marinero experimentado y un Cristiano que anhelaba la salvación de los aborígenes en Tierra del Fuego, pero debido a que sus intentos por lograr los fondos suficientes para llevar adelante la tarea no dieron los frutos esperados, se vio obligado a abordar la empresa con menos recursos, lo que a la larga significó la muerte por inanición de él y todo el equipo misionero que lo acompañaba.
Hoy conocemos la historia de sus últimos días en Tierra del Fuego, a través del diario personal que escribió hasta que quedó sin fuerzas, pero su muerte no fue en vano. Cuando la noticia llegó a Inglaterra, los avergonzados cristianos que le negaron la ayuda quedaron tan devastados, que decidieron continuar los esfuerzos del valiente Capitán de Cristo. Las colectas fueron lo suficientemente generosas como para comprar el barco que necesitaban. Gracias a los hermanos ingleses hoy tenemos conocimientos de cómo eran las lenguas y costumbres de los aborígenes fueguinos, muchos de los cuales los encontraremos en el cielo, por la Gracia de Dios.
Creo firmemente que las iglesias no deben convertirse en financieras, sino en "el canal" a través del cual el dinero de Dios fluya hacia las misiones mundiales. Entiéndase por "canal", al sistema ideado por Dios, por el cual el dinero de los incrédulos termina siendo usado para llevar adelante la Gran Comisión. ¿Cómo funciona? De la siguiente manera: Los hermanos que se congregan en la iglesia, trabajan secularmente, haciendo que los incrédulos les abonen sus salarios. Debido entonces a una administración espiritual del dinero, cada miembro deposita en las arcas de la iglesia su ofrenda misionera; esta ofrenda, entonces, es distribuida entre los misioneros que la iglesia apoya, llevando bendición y alivio a las familias misioneras, quienes podrán trabajar tiempo completo por la generosidad de los hermanos. ¿Pero qué pasa cuando el canal está "sucio"? El dinero se atasca y no llega adonde debe llegar. Puede ser que el dinero se atasque en el bolsillo de los hermanos que ya no ofrendan como debieran, o en el pastor que maneja ese dinero a discreción, o en las agencias misioneras o compañerismos cuyos presidentes abandonan el rol de "canal" asumiendo que es su responsabilidad manejar dichos fondos "de la mejor manera". Sea lo que fuere, cuando el canal se "ensucia" pasa lo que la historia cuenta: Sufren los misioneros y la obra pierde efectividad y fuerza.
La historia del hermano Gardiner es poco conocida y está muy bien relatada en un libro que se dejó de publicar llamado "Hasta lo último de la tierra", por Arnoldo Canclini de Editorial La Aurora (puedes leerlo online en esta dirección: https://archive.org/details/hastaloultimodel00canc/page/n3 ) pero también poseo una copia en PDF, de otra versión de la historia de Gardiner, que estaré compartiendo con nuestros suscriptores. Sólo tienes que suscribirte a mi blog y te la enviaré sin cargo alguno.
Quizás puedas hacer de esta historia, una lección bíblica, para que nuestros niños nunca olviden que no dar para misiones ... tiene sus consecuencias.