El Deber De Aprender Y Transmitir

28.10.2021

El cerebro humano está formado por unos mil millones de neuronas. Cada neurona crea unas 1.000 conexiones con otras neuronas, lo que asciende a más de un billón de conexiones. Si cada neurona sólo almacenara un recuerdo, la falta de espacio sería un problema. Andaríamos sólo con unos cuantos gigabytes de espacio de almacenamiento, similar al espacio de un iPod o de una unidad flash USB. Sin embargo, las neuronas se combinan de modo que cada una contribuye con muchos recuerdos a la vez, aumentando de manera exponencial la capacidad de almacenamiento del cerebro a algo más cercano a 2,5 petabytes (1 Pb = 1 millón de gigabytes). Por comparación, si su cerebro funcionara como un grabador de vídeo digital de un televisor, los 2,5 petabytes serían suficientes para almacenar tres millones de horas de programas de televisión. Es decir que habría que dejar el televisor funcionando continuamente durante más de 300 años para agotar todo lo almacenado. - (Fuente: GTD)

¿Por qué Dios nos hizo así?

Por la misma razón por la cual Dios decidió dejar Su Palabra escrita:

Romanos 15:4

"Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza"

Somos seres capaces de transmitir nuestras experiencias para que las futuras generaciones las aprovechen. Para que no tengan que cometer nuestros mismos errores.

Hebreos 3:8-12

"No endurezcáis vuestros corazones, Como en la provocación, en el día de la tentación en el desierto, donde me tentaron vuestros padres; me probaron, Y vieron mis obras cuarenta años. A causa de lo cual me disgusté contra esa generación, Y dije: Siempre andan vagando en su corazón, Y no han conocido mis caminos. Por tanto, juré en mi ira: No entrarán en mi reposo. Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo"

También tenemos la habilidad de aprender de nuestras experiencias. Las recordamos, analizamos y luego las usamos para consolar a aquellos que están viviendo lo que nosotros ya vivimos.

2 Corintios 1:3,4

"Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación,el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios"

Podemos aprender durante toda la vida, en cualquier etapa de nuestras vidas. Pablo, desde la cárcel, a punto de ser ejecutado, pide que le manden los libros (2 Tim. 4:13). Es evidente que tenía la certeza de que lo que estaba aprendiendo le serviría incluso, después de morir. Sabemos que podemos aprender, pues fuimos creados con una capacidad extraordinaria de acumular información, y sabemos que podemos enseñar o retransmitir dicha información y experiencias. ¿Pero debemos? ¿Es nuestro deber hacerlo?

El Deber De Transmitir Lo Aprendido

Vivimos en una sociedad donde la experiencia de "los viejos" ha sido menospreciada a tal extremo, que la orden bíblica de "delante de las canas te levantarás y honrarás el rostro del anciano" (Lev. 19:32), ha sido ignorada hasta por los mismos ancianos. La actitud de muchas personas mayores ya no es la de hablar "de sus años mozos" u opinar del presente, porque sienten que a nadie le importa y callan. La misma actitud podemos apreciar en muchos pastores de experiencia. ¿Dónde lo vemos con más claridad? En los campamentos de jóvenes. En vez de invitar a pastores con experiencia a predicarle a los jóvenes, se invita a pastores jóvenes, por una cuestión de "brecha generacional", donde claramente los valores que expresan dichas actitudes, cuestionan fuertemente lo que la Biblia aconseja:

Deuteronomio 32:7

"Acuérdate de los tiempos antiguos, Considera los años de muchas generaciones; Pregunta a tu padre, y él te declarará; A tus ancianos, y ellos te dirán."

Si revisan el antiguo testamento, notarán que cada vez que Dios quería retransmitir una orden a todo el pueblo, el Señor no sólo convocaba a los oficiales del pueblo, sino también a los ancianos. La gente debía oírlos. No era algo opcional, era un deber del pueblo escucharlos, pues los ancianos actuaban como jueces y testigos (Deut. 25: 7-9).

En aquella época, ser anciano no era sinónimo de ser viejo. Todo lo contrario. La autoridad de un anciano era venerada en aquella sociedad forzada a actuar como Dios indicaba. ¿Por qué será que hoy día no nos sentimos forzados a hacerlo? Vemos que muchos ancianos callan sus experiencias y opiniones mientras auto relegan su papel, que es vital para toda sociedad sana, y en su lugar, el Alzheimer y la llamada "demencia senil" poco a poco los va ganando. ¿Habrá alguna correlación al respecto? No lo sé, pero no es gratis que los ancianos dejen de aprender y de enseñar.

El mandato de enseñar a las futuras generaciones lo vemos con Abraham, en forma de halago, hacia una actitud del corazón (Gén. 18:19) y en el pueblo de Israel en forma de orden (Exo. 10:1,2; Deut. 6: 6,7). Así podemos entender la razón por la cual el Señor nos hizo tan inteligentes y con tanta capacidad de almacenar recuerdos: Tenemos el deber de retransmitirlos.

Cuantos más años vivimos, mayor se acrecienta nuestra responsabilidad de enseñar lo aprendido. El apóstol Pablo tenía entendido que si no lo hacía, sería culpado de los errores cometidos por las futuras generaciones, por lo que convocó a los principales ancianos de la iglesia y recordándoles todo lo que les había enseñado y cómo lo había hecho, cierra su discurso con las siguientes palabras:

Hechos 20:26,27

"Por tanto, yo os protesto en el día de hoy, que estoy limpio de la sangre de todosporque no he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios."

Rehuir anunciarles todo el consejo de Dios, era lo mismo que ser culpado "de la sangre" de ellos. A la vista de esta expresión, entendemos que Pablo no tenía opción. Sabía que todo lo aprendido era para ser enseñado. ¿No crees que si el Señor te dio la posibilidad de vivir más años que otros, es porque lo aprendido debe ser retransmitido?

La excusa siempre ha sido que no podemos enseñar a quienes no quieren aprender, pero eso es sólo una excusa. Si las personas no quieren escuchar, siempre existe la posibilidad de crear un espacio donde hablar, usando el ciberespacio, escribiendo un libro, organizando una conferencia o reuniendo a tus nietos alrededor de tu silla. Hay ejemplos bíblicos de profetas que fueron enviados a predicar a un pueblo que no quería oír, sin embargo, ellos cumplieron con su parte (Isa. 6: 8-10).

Nuestra parte, entonces, es hablar. No podemos callar pues poseemos tanta información relevante, que si lo hacemos, seguramente seremos culpados, no por lo que hicimos, sino por lo que no hicimos. No por hablar, sino por callar.

"porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído" -Hechos 4:20


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