Empatizando con las Misiones
Partimos de la base de que el misionero es un creyente llamado por Dios, y que la iglesia debe enviarlo y apoyarlo en todo sentido.
Sin embargo, el punto que debemos considerar es el apoyo económico que el misionero latino recibirá como sostén.
En nuestra experiencia hemos comprobado que tanto los pastores o misioneros nacionales sufren tremendas carencias económicas que de ninguna manera honran al Señor, simplemente porque nuestras congregaciones no están preparadas para asumir todos los gastos del pastor y su familia, para que el pastor nacional viva de una manera digna.
Primero, creo que debemos preparar a nuestras congregaciones para asumir el costo de tener un pastor.
En segundo lugar, en el caso de que la iglesia no esté preparada, el pastor debe pensar en un trabajo que le ayude con sus gastos, sin descuidar su ministerio.
Personalmente creo en el pastor biocupacional si la situación lo amerita. El pastor debe preocuparse de suplir todas las necesidades de su familia.
En los primeros años de su ministerio el pastor puede seguir desempeñando su trabajo secular, desarrollando su empresa, a cargo de su negocio, etc. En nuestra realidad actual no es necesario que el pastor o su esposa dejen totalmente sus labores rentadas hasta que la iglesia supla todas sus necesidades.
El último misionero que nuestra iglesia envió al sur de Chile, a unos 1.000 km de Santiago, fue enviado con un equipo de 4 familias, todas profesionales, todos se fueron con trabajo, colegio para los niños, casa. Este fue un proceso de preparación de más de dos años. Todos eran líderes en nuestra iglesia. Los amamos y amamos su iglesia en Puerto Varas.
Por lo tanto, si es posible, el pastor debería salir con un equipo de apoyo de su iglesia.
Reitero, esta es nuestra experiencia y convicción respecto del trato hacia los pastores y misioneros nacionales.
En Cristo,
Jorge Vega Rivas
Pastor IBBLF
Santiago, Chile