La Delgada Línea Entre La Fe Y La Irresponsabilidad
Lamentablemente, las decisiones equivocadas tomadas por hombres emocionalmente inestables, llevaron a sus familias a un sufrimiento innecesario y animaron a las personas a desconfiar del poder de Dios para sostener a un misionero.
"Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia;
y salió sin saber a dónde iba"
Hebreos 11:8
No son pocas las historias de hombres que dejaron todo para obedecer el "llamado de Dios a las misiones mundiales" que terminaron lastimándose a sí mismos, destruyendo sus matrimonios o la vida de sus hijos. Hay suficientes historias como para justificar los requisitos que algunas agencias misioneras exigen a sus misioneros, si desean su respaldo. Seguros médicos, un sostén económico mínimo, cartas de recomendación, testimonios de él y de su esposa, etc.
Al mismo tiempo, las críticas (a veces despiadadas), contra las agencias misioneras o los hombres y mujeres que honestamente deciden que el Señor los está llamando, están haciendo que muchos jóvenes callen el llamado de Dios en sus vidas.
Recuerdo que cuando anuncié que el Señor me estaba llamando a ser un misionero, alguien muy querido para mí, opinó: "te van a convertir en un mendigo". Es que la imagen mental proyectada por aquel entonces, era que los misioneros eran personas que siempre se encontraban batallando económicamente.
La Delgada Línea
El texto que elegí para encabezar este artículo, dice que Abraham salió sin saber a dónde iba. ¿Cómo te suena eso? Seguramente, si un misionero dice que está saliendo porque el Señor lo llamó, pero sin saber a dónde, lo trataríamos unos de loco y otros de irresponsable.
Abraham tomó todo lo que tenía, y llevó a su esposa a una aparente "aventura sin sentido".
Sin embargo, la Biblia usa este ejemplo de aparente irresponsabilidad, para resaltar a Abraham como un ejemplo de fe verdadera.
¿Se puede apreciar esta línea, siendo que se muestra tan delgada? Personalmente, si leo sólo el versículo elegido, tengo que sentenciar que Abraham fue un irresponsable. Pero al estudiar su vida y obra, entiendo que en realidad, sí fue un ejemplo de fe a imitar (Rom. 4).
Un Problema Que Debemos Enfrentar
Por lo que puedo apreciar, entonces, esta línea no puede observarse inmediatamente. Cuando alguien dice que está siendo llamado por Dios a realizar una obra determinada, los espectadores no pueden juzgar a simple vista si quien le habla está chiflado o es realmente un hombre de Dios. Esto genera un problema que debemos enfrentar, porque apoyar a un loco, hace que nuestros recursos se malgasten y las familias se destruyan - entre tantas otras cosas más -; pero no apoyar al hombre correcto, por temor a que no se encuentre en sus cabales, hace que la obra de Dios se retrase de manera crítica, desanimando a personas valiosas e impidiendo a muchas iglesias cosechar frutos en su cuenta (Fil. 4:17).
¿Por qué debemos pensar en esto?
Porque aunque son muchos los ejemplos que podemos encontrar en la vida práctica de las misiones -buenos y malos- la verdad del asunto es que no contamos con muchos protocolos y requisitos que nos ayuden a "filtrar" de manera más efectiva, separando a los irresponsables de aquellos que realmente fueron llamados por Dios. ¿Son necesarios los protocolos? ¿Son necesarios los requisitos?
No pensar en esto, quita seriedad a la obra de Cristo y la expone a un vituperio evitable, si dichos protocolos y/o requisitos, comenzaran a ser aplicados en las iglesias y no sólo en las agencias misioneras (Rom. 2:24).
Algunas Sugerencias Que Podrían Servir
- Diferenciar entre protocolos y requisitos: Creo que tanto unos como otros son importantes, pero más importante que contar con ellos, es saber diferenciar estos términos. Protocolo es la palabra que hace referencia a un conjunto de reglas a seguir. Las reglas pueden ayudarnos en el desarrollo de un proceso. Los requisitos, son requerimientos intransigibles, colocados por una autoridad, con la finalidad de limitar el acceso a algo o para requerir alguna cosa.
Los protocolos pueden cambiar y ajustarse a las circunstancias históricas, culturales, etc., con la finalidad de optimizar los procesos de desarrollo. Sin embargo, cuando hablamos de apoyar a un hombre, la Biblia es clara cuando nos advierte de la existencia de requisitos impuestos por Dios, para llegar a ser un Pastor o Misionero.
Aunque las diferencias entre uno y otro término es clara, la clasificación no lo es, ya que cuando leemos 1 Timoteo 3, es difícil entender cuánto de lo que dice son requisitos y cuánto es protocolo. Sin embargo, establecer la diferencia entre uno y otro es tan importante, que se hace necesario que cada Pastor lo haga. Las equivocaciones pueden enmendarse, pero la falta de parámetros claros que nos permitan discernir la diferencia entre irresponsabilidad y fe, es dramáticamente necesaria.
- Observar la trayectoria: Lo único que nos permite entender que Abraham no cometió una locura, sino un acto de fe, es su trayectoria. Cuando vemos cómo Dios obró para sostenerlo en su lugar de destino y analizamos su vida, nos asombra y comprendemos que el único apoyo que Abraham necesitó para cumplir con su llamado, fue el el de Dios. La Biblia nos insta a hacer lo mismo. Cada misionero debe entender que no es la participación de las iglesias en su ministerio, lo que necesita, sino el apoyo de Cristo (Fil. 4: 10-13).
¿Pero qué hacemos con aquellos hombres que son llamados por Dios pero que por su juventud no cuentan con dichas trayectorias?
Analizar la trayectoria de un misionero, es muy importante para la iglesia que desea apoyarlo, para no caer en parámetros emocionales que nos impulsen a apoyar a la persona equivocada. Debemos entender que sin importar que dicho misionero recién está comenzando a levantar su apoyo para cumplir con su llamado, ser un misionero, es sólo un paso más de una trayectoria previa.
Teniendo en cuenta el pensamiento anterior, creo entonces que es muy importante analizar su trayectoria como creyente y la trayectoria del Pastor que lo está recomendando. Lo que yo llamo "su Bernabé" (Hch. 9:27). ¿Hay personas en la iglesia del candidato, como resultado directo de su ministerio? La tarea de un misionero es primordialmente evangelística, por lo que si nunca guió a una persona a los pies de Cristo, mucho menos podría calificar como misionero. ¿No?
Lo que voy a decir, puede resultar increíble, pero he conocido a un misionero que llegó a su lugar de trabajo, sin siquiera haber pasado por la experiencia de haber bautizado a alguien.
Observar a su familia: Esto no es un invento mío, sino que la Biblia nos ordena hacerlo (1 Tim. 3:4,5). La persona candidata debe ser un líder de su propia familia, sus hijos y esposa deben sujetarse a su autoridad la cual debe ser ejercida con toda honestidad. Algo difícil de encontrar en un matrimonio joven (1 Tim. 3:6).
Existen rasgos gestuales y pautas de comportamientos muy difíciles de ocultar a los ojos de un pastor entrenado con el conocimiento y experiencia adecuados. Los abusos de autoridad dentro de una familia, de parte de un hombre o de una mujer (recordemos que el 40% de los hogares violentos, son las mujeres las que ejercen dicha violencia - aquí más información sobre el tema) son claramente vislumbrados al analizar el comportamiento de las víctimas.
Al mismo tiempo, servir al Señor con tus hijos en los brazos, es todo un arte que debe ser transmitido a las siguientes generaciones, por lo que el hombre que saldrá al campo misionero, debería tener cierta experiencia en dicho arte, que aunque sabemos que sólo será dominado completamente el día que nuestros hijos se casen, no deja de ser un detalle a considerar.
Establecer relaciones de confianza: Me refiero a la importancia de que cada Pastor cultive una amistad y contacto con otros pastores que faciliten a su candidato, las conexiones necesarias para conseguir el apoyo inicial. Particularmente, no creo que los Pastores deban apoyar inmediatamente a un misionero, sólo porque vieron su pasión, les gustó cómo predicaba o lo consideraron talentoso. Cultivar una relación de confianza lleva su tiempo, pero es muy beneficioso para todos. Sabemos que Pablo fue introducido al "círculo de confianza" apostólica, gracias a Bernabé, quien a su vez, había logrado construir cierto grado de confianza debido a su carácter y testimonio (Hch. 4:36,37).
Con el paso del tiempo, los mismos Apóstoles reconocieron en Pablo a una autoridad apostólica (2 Pe. 3: 15,16).
De la misma manera, sería muy bueno que los Pastores entendieran la importancia de cultivar una confraternidad que posibilite a sus discípulos conseguir rápidamente el apoyo necesario. La confraternidad debe ser vista como una inversión a futuro y nunca como una pérdida de tiempo. La Biblia nos enseña que en los tiempos apostólicos existía una (2 Cor. 8:19).
El paso del tiempo dirá si aquella recomendación valió la pena o si las recomendaciones de aquel Pastor son confiables o no.
Conclusión
Como misioneros enviados por el Espíritu Santo (Hch. 13:4) a realizar una labor específica, no podemos enojarnos con aquellas iglesias que deciden esperar a apoyarnos o directamente no considerarnos (Fil. 4:10).
Tampoco podemos esperar toda la vida la llegada de fondos que nos permitan llegar a nuestro lugar de servicio.
Si realmente el Señor nos llamó, la irrevocabilidad de dicho llamado nos impulsará a implementar nuevas estrategias que nos ayuden a cumplir con el mismo (Rom. 11:29).
El apoyo de nuestro pastor e iglesia es suficiente en un principio, para que lo hagamos. Sin esto no podremos avanzar. El misionero que se marcha en busca de una iglesia que lo avale debido a que su pastor se niega a hacerlo, ha perdido la confianza en la autoridad puesta por Dios sobre él. Dicho hombre debería recordar que así como él es de Cristo, su pastor también lo es (2 Cor. 10:7).
La convicción basada en lo que la Biblia enseña debe ser el motor que nos impulse a marchar. Ni nuestra impaciencia, ni nuestros sentimientos.
La línea a divisar es delgada, muy delgada. Sin embargo la responsabilidad por no apoyar a la persona correcta o por guiar a nuestra iglesia a apoyar a un mero estafador o a un loco irresponsable, no será dejada de lado a la hora de rendir cuentas ante aquel que está preparado para juzgar a los vivos y a los muertos (1 Pe. 4:5).
Sin duda, este es un tema que no podemos soslayar.