La Innecesaria Angustia De No Poder Conseguir La Aprobación Estatal
El sistema de enseñanza pública está diseñado para crear una dependencia estatal, donde "el estado presente" sería la solución a todos nuestros problemas, desde la creación de empleos hasta la solución de la pobreza, y aunque ya hemos comprobado que esto es un espejismo, una ilusión, la "religión estatal" nos ha sido impuesta con tal fuerza, que no imaginamos una vida sin ella.
¿Necesitamos del estado para salir de la pobreza? ¿Es indispensable que el gobierno nos subsidie lo que con esfuerzo podríamos lograr? ¿Es el título otorgado por el sistema educativo estatal lo que definirá quiénes somos o hacia dónde vamos? Para muchas personas sí.
En un país como Argentina, donde el 70% de la población recibe algún tipo de subsidio estatal, donde trabajamos 7 meses del año para pagar impuestos, donde hay un 50% de pobres y más del 60% de la fuerza laboral trabaja en la informalidad; a pesar de todos estos datos que demuestran la decadencia del "estado presente", seguimos pensando que es el gobierno o un iluminado político, el que nos va a salvar. ¿Por qué? Porque fuimos educados... por ese estado.
En Argentina, la profesora que a base de insultos y violencia verbal adoctrinaba a los alumnos, no ha sido sancionada, sigue cobrando su sueldo y posiblemente volverá a dar clases en la misma aula en la que fue denunciada por el alumno que la filmó y publicó el video. (ver nota: "Las Escuelas Del Mundo Son Utilizadas Para Adoctrinar A Nuestros Niños"). ¿Realmente creemos tan importante conseguir la acreditación de saberes por parte de este nefasto sistema educativo?
En Busca De Una Educación De Excelencia
Queremos que sepas que la angustia por la posibilidad de no recibir una acreditación de saberes que permitan que tus hijos se desarrollen profesionalmente, está totalmente infundada. Respira hondo y escucha un poquito nuestras argumentaciones, que provienen de unos padres argentinos que educaron a sus tres hijas en su casa, cuando muchos decían que era ilegal hacerlo. Al día de hoy, sólo una consiguió la acreditación estatal y las otras dos aún no.
En primer lugar te invito a que reflexiones sobre lo que tú mismo entiendes como educación y el valor que le asignas a la misma. Formación no es lo mismo que educación y si eso no lo tienes en claro, no podrás obtener los resultados que estás buscando en tus hijos. La razón por la cual tenemos ingenieros manejando taxis, básicamente se debe a que ellos recibieron una formación profesional, pero no fueron educados correctamente (ver "La Educación Fragmentada"). Si no entiendes que la Educación es lo que persigues y no la formación u acreditación estatal, la angustia te ganará y dejarás de disfrutar esta maravillosa etapa que tus hijos recordarán para siempre, con gratitud hacia tí.
¿Quieres que tu hijo termine lo que empieza, ya sea un emprendimiento económico o una carrera universitaria? ¿Deseas que tu hijo anhele seguir educándose aún cuando haya alcanzado su independencia económica y viva fuera de tu hogar? ¿Quieres que se convierta en un "ciudadano de bien" responsable para con su familia y la sociedad en la que vive? Entonces, lo que deseas no es que tu hijo reciba una formación profesional ni un certificado estatal: Lo que quieres es que reciba una educación de excelencia.
La excelencia se alcanza sólo si como padres, anhelamos que nuestros hijos sean mejores que nosotros, que puedan elaborar sus propias maneras de pensar y se las respetemos. Pero eso no lo lograremos a menos que les enseñemos a pensar, mostrándoles aún lo que otros piensan, pasando tiempo con ellos, conversando sobre política, la Biblia, el amor, la vida...
La educación es el traspaso de nuestros valores y culturas, contándoles de dónde venimos, permitiéndoles que pasen tiempo con su pasado (abuelos), con su presente (padres) y con su futuro (hermanos). La educación se logra cuando las matemáticas, la geografía, la física, la política, la Biblia, etc. alcanzan en la mente de nuestros hijos un punto de conexión que une todo ello. En nuestro caso, ese "punto conexo" es Dios. Nuestro pasado, presente y futuro fue conectado con una autoridad moral a la cual le debemos nuestro pasado, presente y futuro (la vida), que es el Dios de las matemáticas, la geografía, la física, la política y la Biblia. La confianza puesta en Dios nos ayudó a "empujarlos del nido" y propició que nuestros hijos hicieran cosas que a sus edades (25, 22 y 20 años) nunca nos hubiéramos atrevido a hacer, y tuvieran una educación que a su edad nunca conseguimos, porque el estado nunca nos la dio. Te daré tres ejemplos, el primero será el de mi hija mayor y luego las otras dos, para que veas los resultados de lo que te acabo de expresar.
El caso de mi hija mayor: Como todo padre educado en la religión del estado, nosotros también procuramos que mi hija obtuviera su certificado de terminación de estudios secundarios. Finalmente lo logramos, pues el Señor nos permitió inscribirla en el Sistema de Educación a distancia del Ejército Argentino (SEADEA). Sin embargo, con ella ocurrió algo que nos dio tranquilidad sobre el futuro del resto de nuestros hijos. Al llegar a México ella decidió que quería trabajar, por lo que se anotó en una consultora online. La llamaron para una entrevista que se realizaría en un Starbucks. Por supuesto que mi esposa la acompañó sentándose en una mesa aparte, y ese fue el primer contacto que le facilitó entrar a prueba en un empleo que terminó tramitándole su visa de trabajo, alegando que la labor que ella realizaba la convertía en una persona insustituíble para la empresa. Hoy se desempeña como una exitosa profesional en el rubro del diseño de interiores, está a punto de casarse y hasta nos ayuda económicamente cuando puede. En su caso, no necesitó validar su certificado para que la valoraran como empleada y persona. ¿Por qué? Porque el mundo cambió, porque fue educada y no formada. Porque hoy día, antes de saber si tienes un título, quieren saber si eres redituable para la empresa.
El caso de mi segunda hija: Ella, al día de hoy, no tiene validado su título secundario; sin embargo, logró su independencia económica estando en México, donde comenzó a trabajar para unos amigos que al notar su carácter y capacidad de trabajo, la contrataron en muy buenos términos. Pasados unos meses pudo ahorrar y viajó a EE.UU., a la casa de mi cuñado en Carolina del Norte, donde se encuentra aprendiendo inglés y ahorrando, con el propósito de continuar sus estudios académicos. Ustedes se preguntarán: ¿Cómo continuará sus estudios si no tiene validado su secundario? Si les enumeráramos la cantidad de posibilidades que existen en el mundo para poder progresar en tu propia educación, esta nota no tendría fin. ¿Pero que debió hacer mi hija para llegar a EE.UU. a aprender inglés y conocer? (¡Porque también está haciendo turismo!) Primero, conseguir trabajo; segundo, trabajar duro para pagar su pasaje y ahorrar; tercero, trabajar muy duro mientras aprende el idioma. También debió confiar en la dirección de Dios para su vida, ese nexo coordinante que une todos los puntos de su conocimiento, permitiéndole tomar decisiones coherentes, confiando su futuro a la providencia divina, mientras ¡vive su presente! y averigua hacia dónde desea Dios que continúe.
El caso de mi hija menor: Ella consiguió por su cuenta un trabajo en México. Pasado un tiempo, sus mismos empleadores, le ofrecieron otro trabajo con mejor sueldo. Después, decidió renunciar a ese empleo pues le restaba tiempo con Dios y la desviaba de sus deseos de dedicarse al diseño audiovisual. ¿Qué hizo? Se mudó a Dallas para aprender inglés, y con la ayuda de una familia amiga nuestra (ser misionero te permite hacer muchas conexiones en diferentes partes del mundo). Ahora es pasante en una iglesia, trabajando en ¡diseño audiovisual!, también comenzó a servir en otra congregación y ayuda en la traducción de libros mientras aprende inglés. No tiene la certificación oficial, pero eso no representó un impedimento para crecer y animarse a "lanzarse al mundo" para ver "qué honda".
Conclusión
No hay excelencia en la obtención de un título, porque cualquier persona disciplinada puede hacerlo. Es inútil creer que nuestros trabajos como educadores terminan cuando ellos "se reciben de algo", porque desde el primer día en que el Señor los puso en nuestros brazos, ellos ya eran alguien, Dios ya sabía lo que iban a ser.
Nuestra meta no debería descansar en la posibilidad de que nuestros hijos obtengan un "papelito del estado", sino en que obtengan una educación de excelencia, que sólo se puede dar, cuando los profesores están tan comprometidos con sus alumnos, que serían capaces de morir, para que ellos vivan; es decir: Amarlos como Cristo nos amó. Con amor de padres.
No te angusties por conseguir algo que, con buena educación, si lo necesitan, tarde o temprano lo obtendrán. Mejor trabaja en la vida de tus hijos, en su autodisciplina, carácter y moral. Enséñales la cultura del esfuerzo y edúcalos para que alcancen lo antes posible su independencia económica. Háblales de que la vida debe ser vivida con propósito, y que dicho propósito es siempre hacer la voluntad de Dios. Mientras le enseñas matemáticas, lengua y literatura, enséñale a respetar la autoridad del Dios de las ciencias y de la historia, para que tengan a quien rendirle cuentas, cuando ustedes no estén presentes. Porque si no obtienen esto, ningún diploma universitario les alegrará la vida.
Ahora, hijo mío, a más de esto, sé amonestado. No hay fin de hacer muchos libros; y el mucho estudio es fatiga de la carne. El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala."
Eclesiastés 12:12-14