Los Límites De La Administración En El Hogar

28.03.2020

Si la ofrenda misionera está decayendo en tu iglesia, tal vez, uno de los problemas principales de esto, no se deba a una crisis financiera

Si la ofrenda misionera está decayendo en tu iglesia, tal vez, uno de los problemas principales de esto, no se deba a una crisis financiera, sino a la falta de espiritualidad en el manejo del dinero en el hogar; es por esto que me atrevo a sugerirte, que cuando hables de mayordomía, enseñes este tema que expondré brevemente.

NOTA: Te sugiero que también leas: "ENSEÑA A ADMINISTRAR" donde encontrarás las razones por las cuales debemos hablar de dinero más seguido de lo que lo estamos haciendo.

El siguiente tema lo he desarrollado en base a mis propios fracasos financieros, que para vergüenza mía, no hace mucho tiempo que he corregido, tratando de poner en práctica nuevos hábitos administrativos, basados en la Palabra de Dios.

Creo que la Biblia nos enseña que existen dos límites bien definidos que debemos visualizar en nuestra administración, y que si lo hacemos, dentro de estos dos límites podemos movernos con cierta libertad en el manejo de los recursos que el Señor pone bajo nuestra administración.

Imaginemos una línea recta en una hoja en blanco, con un comienzo a tu izquierda y con un final a tu derecha. Ese comienzo y ese final son los límites entre los cuales podremos desarrollar nuestras actividades financieras. Ahora vamos a ponerle un nombre a cada límite. El primero vamos a llamarlo "Ahorro" y el segundo "no debáis a nadie nada"

Hablemos del ahorro: La Biblia enseña que el ahorro no es una opción para el creyente, sino que es una obligación. Esto se desprende de la enseñanza de que como padres cristianos, es nuestro deber proteger a las futuras generaciones, protegiendo a nuestros hijos. Es decir, que la razón principal del ahorro, no es para gastarlo en nuestros deleites, sino para poder dejarle a nuestros hijos un dinero con el cual puedan servir a nuestro Dios (Sal. 127:3; Prov. 6:6-8; 2 Cor. 12:14).

Las palabras de Pablo en 2 Corintios 12:14, nos dejan ver que en la mente judía, la idea del ahorro consistía en poder dejarle una herencia a los hijos (Luc. 15:12), de ahí la palabra heredad para referirse a una porción de tierra, porque la misma se heredaba de los padres hacia los hijos.

El mejor ejemplo de ahorro lo encontramos en la historia de José, donde vemos que en los momentos de mayor abundancia, éste tuvo la sabiduría de ahorrar; pero al llegar los siete años de escasez, José decidió abrir los graneros y comenzar a vender granos a aquellos que los habían desperdiciado durante los años de tranquilidad económica. El resultado de ello fue que la fortuna del Faraón se multiplicó hasta adueñarse de prácticamente toda la tierra existente (Gén. 47: 18-20). La enseñanza aquí es que en tiempos de abundancia hay que ahorrar y en tiempos de necesidad, hay que invertir el dinero de manera tal, que podamos multiplicar la herencia.

Si cada creyente nos rigiéramos por estos principios ¡Qué testimonio podríamos ofrecer en tiempos de necesidad, cuando la gente nos pregunte cómo hacemos para tener provisión cuando nadie la tiene! Podríamos dar testimonio de un Dios que provee a aquellos que administran para Su gloria, y no para sí mismos.

"No debáis a nadie nada" (Rom. 13:8): Este es el otro límite propuesto. Al hablar de este tema debemos hablar de las deudas y definirlas de la manera más bíblica posible. La palabra que Pablo usa y que traducimos "debáis" es la palabra griega "ὀφείλω" (ofeílo) y conlleva la idea de acumular una deuda hasta estar en falta; también significa estar bajo obligación de pagar y fallar, por lo que implica una falla moral. Básicamente es cuando no cumpliste en pagar en el tiempo y la forma previamente pactado. Ahora, al leer el versículo anterior y el versículo posterior a éste, nos damos cuenta que cuando Pablo habla de deudas, no sólo lo hace en el sentido pecuniario, sino que agrega a ello una carga moral e individual, es decir un pecado en contra de un individuo, muy significativa. Es que cuando uno no paga lo que debe, está provocando un pecado contra el prójimo que Pablo lo define de la siguiente manera: "Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra" (v.7) y luego agrega: "No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley" (v.8). Así que faltarle el respeto a alguien, es quedar en deuda; y no pagar nuestras deudas, es faltarle el respeto a nuestro acreedor y faltar a nuestra palabra (Mat. 5:37); en definitiva, adoptar estas malas actitudes de no pagar las deudas e irse de vacaciones, es deshonrar el Nombre de Aquel a quien decimos amar, porque "El impío toma prestado, y no paga; Mas el justo tiene misericordia, y da" (Sal 37:21). ¿Pero cómo vas a dar si no tenés nada pues no has ahorrado? ¿Y cómo vas a ahorrar si tenés deudas?

Para poder comenzar a ahorrar hay que saldar todas las deudas, y para que eso pase, lo que debes hacer es dejar de gastar por encima de lo que ganas. Alguno dirá: "Pero pastor, si hago eso y comienzo a saldar todas mis deudas, en vez de pagar el mínimo de mi tarjeta, ¡¿qué voy a comer durante el mes?!" Mi respuesta es la siguiente: Hermano, es hora de que madure y asuma las consecuencias de una administración poco espiritual en su vida. ¡Coma arroz cada día pero honre a su Señor pagando sus deudas!

Algo que hay que aclarar, es que la palabra que traducimos como deuda no significa que no podemos sacar cosas a pagar en cuotas, porque mientras estés cumpliendo con la obligación pactada, entonces no estarás en deuda. Por cierto que al llegar a este punto, debes entender que el que toma prestado es siervo del que presta (Prov. 22:7), por lo tanto, no debes meterte en tratos que no podrás cumplir.

Insisto que debemos enseñarle a los creyentes a manejar espiritualmente los recursos que el Señor puso en sus manos, porque una iglesia fuerte, no es necesariamente la iglesia que más personas tiene, sino la que cumple con el gran mandamiento de ir por todo el mundo y predicar este evangelio en todas las naciones, y eso no se hace sin dinero.


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