No Impongas Las Manos Con Ligereza

17.12.2019

siempre será bendito de Dios, el hombre que ayude al hombre de Dios"

Es imperioso encontrar pastores y misioneros que lleven adelante la obra que por nuestra edad u otras circunstancias debemos dejar. Sin embargo creo que no podemos cometer el error de ordenar apresuradamente al ministerio a una persona que no ha sido llamada, porque el daño que haremos a la obra será peor que dejarla sin pastor - ver nota "Asegúrate de poseer estos dos requisitos si quieres ser pastor o misionero" - como tampoco debemos dejar afuera del ministerio, a aquellos que han sido claramente llamados por el Señor y aprobados por Él, sólo porque no cumplen con los requisitos o convencionalismos impuestos por la misión o la iglesia, pero que no son necesariamente bíblicos o imprescindibles.

La batalla que debemos librar como misioneros es extremadamente dura y peligrosa. No es para cualquiera. Es necesario contar con una Gracia especial de parte de Dios, que nos permita alejarnos de la protección de la iglesia y la seguridad de nuestro entorno, para internarnos en la oscuridad espiritual de un mundo que se muere, con la finalidad de tratar de rescatar al mayor número. Es en la mayoría de las veces una tarea dura, solitaria e incomprendida por propios y extraños. Si no fuiste llamado, te arriesgas incluso a perder a tu familia, como ya lo he visto en muchos pastores que terminan separados, incluso de sus propios hijos. Satanás no pierde el tiempo si puede devorarte (1 Ped. 5:8). Y como bien dijo cierto orador: "Si Dios te llamó al ministerio y lo rechazas, eres un tonto; pero si Dios NO te llamó al ministerio y entras... ¡estás loco!"

Existen, a mi criterio, tres errores que podemos llegar a cometer los que presidimos la obra, al imponer nuestras manos sobre alguien que quiere ser pastor:

  1. Hacerlo sobre alguien que no ha sido llamado.

  2. Hacerlo antes de que la persona haya sido escogida por el Señor.

  3. No querer hacerlo sobre alguien, por el solo hecho de que nunca lo consideramos para ello.

Nuestro trabajo no es elegir a las personas que van a entrar al ministerio; eso le corresponde al Señor de la mies. Nuestro trabajo consiste en reconocer el llamado de Dios sobre el hombre escogido y apoyarlo. Lo apoyamos brindándole las herramientas necesarias para enfrentar dicho llamado y facilitándole el camino hacia su propia realización, que es llegar al lugar al que Dios lo está dirigiendo. El Espíritu Santo lo estará guiando hacia dicho lugar, y en el camino se equivocará y nosotros estaremos ahí para ayudarlo, si el Señor nos da dicho privilegio; porque siempre será bendito de Dios, el hombre que ayude al hombre de Dios. Es una doctrina bíblica que realza claramente las Escrituras; y la "aparición" de un hombre llamado al ministerio en tu congregación, es una gran oportunidad para que ahora, seas tú quien reciba la bendición, por ayudar a otro siervo de Dios.

En Argentina, la formación de un líder tarda muchos años, no es fácil, y sin duda no abundan los candidatos; pero eso no debería llevarnos a la precipitación de querer poner a alguien en el ministerio sólo por su carisma, capacidad de oratoria o dedicación; dichas características son muy útiles y la dedicación es insoslayable, pero con eso sólo no basta. Es indispensable a la hora de poner nuestras manos sobre alguien para ordenarlo al ministerio, la seguridad de que ha sido llamado para ocupar dicho espacio.

El llamado y la aceptación del mismo por parte de Dios, debe ser reconocido por el pastor de la iglesia por un lado, y por la iglesia por el otro. Debe haber total acuerdo entre el pastor y los feligreses, porque es el pastor quien debe finalmente, establecerlo en el ministerio (Tit. 1:5; 1 Tim. 4:14) y es la iglesia la que debe reconocer la autoridad del nuevo pastor (1 Tim. 4:12; Tit. 2:15).

Por supuesto que estas observaciones son totalmente subjetivas y cada pastor tiene el privilegio de imponer sus manos a quien quiera, usando cualquier otro criterio diferente; porque en definitiva, Dios guía a cada pastor a dirigir su congregación de diferentes formas, pues cada congregación posee sus propias particularidades. Sólo deseo hacer mi aporte sobre lo aprendido en mi peregrinar por este difícil pero bendito oficio de ser misionero. Vale entonces, para cerrar este artículo de opinión, recordar la advertencia que Pablo le dirigió a Timoteo:


"No impongas con ligereza las manos a ninguno, ni participes en pecados ajenos. Consérvate puro."

1 Timoteo 5:22



También Puedes Leer...