Uruguay: el cementerio de los misioneros ¿Mito o Realidad?
El pastor Pablo Simó es misionero en Uruguay, Las Piedras, enviado por la Iglesia Bautista Fundamental de Santos Tesei, Argentina. En la actualidad sus esfuerzos están dirigidos a establecer una iglesia en aquella localidad. Lo conozco personalmente y nuestra iglesia en Junín de Buenos Aires lo apoya con mucho gusto, debido a su impecable testimonio y ardua labor desplegada.
H. H. Luisi
La Obra Misionera Bautista en Uruguay ha estado en declive por años, si bien hay iglesias y siervos de Dios fieles que han permanecido, no obstante, muchos misioneros han regresado a su país de origen y muchas iglesias se han estancado, y aún han desaparecido. ¿Es, entonces, Uruguay bien denominado "el cementerio de los misioneros"?
Cuando me estaba preparando para salir al campo misionero en Uruguay, alguien me dijo en cierta ocasión: "¿Uruguay? ¡Ese es el cementerio de los misioneros!" Durante los cuatro años que hemos estado en Uruguay sirviendo al Señor, nos hemos sentido, en cierta forma, como Nehemías al contemplar los muros caídos de Jerusalén. Y es que en estos escasos años que tenemos aquí, hemos visto caídos en muchos sentidos los muros de la obra de Dios y comprobado que en cierta forma, Uruguay sí es el cementerio de los misioneros.
Algunos factores que contribuyen a esto pueden ser los siguientes:
• El fracaso espiritual del liderazgo. Esto puede verse en la cantidad de iglesias sin un pastor fiel, la escasez de obreros aprobados, iglesias que comenzaron bien, pero se han desviado de la doctrina o están estancadas y no crecen.
• El alto costo de vida. No se puede ignorar el hecho de que Uruguay siempre ha sido un país "caro", y sumado a esto, la falta de aprendizaje en el pueblo de Dios en cuanto al sostenimiento de la obra de Dios y sus siervos, ha hecho casi imposible que las iglesias locales lleguen al punto de autosustentarse. Además, estos fenómenos han contribuído a que gran número de misioneros abandone el país a través de los años y los pastores nacionales, en su gran mayoría, tienen que recurrir a un empleo secular para proveer el sustento de su familia.
• Lo duro del campo. Con esto me refiero a que no es un dato menor que Uruguay es uno de los países más seculares de la región. El hecho de que la gente no tenga un concepto de "Dios", hace muy difícil la labor de ganar almas y llegar a formar una congregación de creyentes salvos y bautizados en un tiempo considerable. Es por eso que es muy difícil ver en Uruguay una iglesia bien constituída, organizada y activa, bíblicamente hablando.
Éstos, entre otros, son sin duda, algunos factores fundamentales del porqué a Uruguay se la ha denominado "el cementerio de los misioneros". Cabe destacar que ésta es solo nuestra mirada, y que (¡bendito sea Dios!) hay un remanente de siervos e iglesias de Dios que luchan por mantenerse fieles cumpliendo con el mandato divino, a pesar de las adversidades que presenta este país. Estoy firmemente convencido que un cambio de paradigma tocante a la obra misionera es menester, si queremos tener verdaderos resultados que redunden para la gloria de Dios.
En conclusión, a pesar de ser en cierto modo "el cementerio de los misioneros", Uruguay tiene esperanza. La clave está en regresar a las sendas antiguas y buscar hacer la obra de Dios a la manera de Dios. Cristo dijo: "Yo soy la resurrección y la vida" (Juan 11:25) y ha prometido estar con nosotros hasta el "fin del mundo" mientras estemos envueltos en la tarea de llevar a cabo "La gran Comisión" (Mateo 28:18-20).